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Mostrando entradas de julio, 2020

La felina desnudez en la poesía de Yolany Martínez

Por Linda María Concepción Cortez La poesía de Yolany Martínez (Olanchito, 1978) se caracteriza por presentar una permanente evolución desde una búsqueda interior hacia una madurez en la creación literaria y en el sentir personal de la autora, un estilo particular que sufre un cambio interno y externo en cada uno de sus libros, esto lo expongo a través de un recorrido de sus poemarios: Fermentado en mi piel (2006), Este sol que respiro (2011) y Espejos de arena (2013). Antes de comenzar, vale señalar algunos datos biográficos extraídos del blog de la escritora: “Yolany Martínez es poeta y académica. Reside en Estados Unidos desde el año 2008. Algunos de sus escritos aparecen en las compilaciones Garage 69 (2010), Poesía Molotov (2011) editadas por Mónica Gameros y en la antología Wandering Song (2012) de poetas centroamericanos residentes en los Estados Unidos. En el 2002 fue acreedora del Primer Lugar en el “Concurso de cuento Arturo Martínez Galindo” promovido por la Di

Revolución de emoticones

Por Jorge Martínez Mejía Soy el poeta que se arrancó las venas para volver a ser transeúnte. Soy el hombre que fue poeta para volver a ser hombre. Soy el zapatazo en el pecho de tres tequilas dobles. Soy el edificio quemado y miles de grafitis indescifrables. Soy el poeta de los dientes rotos a leñazos de militares. Soy el poeta que estuvo preso por una revolución de emoticones. Soy el hombre al que Lipa dijo: —Aquí estás vos, —señalando una antigua foto colgada en la pared, y con otro dedo señalaba su corazón. Soy el poeta que bailó sobre la calavera de la poesía. Soy el horrible poeta al que quisiste aplastar con una taza de café de altura, pero yo era pequeño, como una araña, tejiendo el hilo en el que se balanceaban cinco elefantes. Soy el poeta que reía recostado en sus propias heridas. Soy el poeta que tomaba el sol en el rincón de una cantina y en las calles de las marchas de obreros y mujeres campesinas. Soy la úlcera que le nació a la crítica literaria una mañana de

Ojo de bestia

Por Jorge Martínez Mejía Me siento, entregándome a la calma de la noche, contemplo el color de las tristes tinieblas, lanzo mis cantos al espacio y lloro por todos los corazones ingenuos. Nazik al Malaika. (1) Finalmente te trocaste. Tu camisa envilecida y tu mirada torva no engañan a nadie. Te hiciste ángel, todo moral. Nadie te ve en el lodo, en la suave rugosidad del fango. Finalmente lo has logrado. Todos tus recuerdos han muerto. Todo escosor de rabia desapareció de tus ojos de bestia. Ningún condenado a muerte te recordaría por un gesto, por un adiós, por nada. Nadie cubrirá tu rostro, ni las hormigas rojas que todo lo roen. Ninguna sombra servirá en tu camino para el descanso. No hay para vos una última palabra. Mirá hacia el cielo. Esta noche está más oscura y estrellada que nunca. Ahora podés recordar el tiempo perdido en rumiar las mismas cosas, una sola palabra fue holgazanería.  Toda tu historia se esfumó y nadie puede rec