De acuerdo a distintos críticos/as de literatura hondureña, quedan pocos escritores en el país capaces de mostrarnos, desde la exigencia artística y la profundidad de su pensamiento, la posibilidad de desarticular este mundo y avanzar hacia otro más equilibrado y cívico, desnudando la hipocresía y el anquilosado remilgo de una aristocracia colonial que se niega a botar sus bufandas y sus encajes. Y sobre todo, con el rigor estético que merecen los pocos lectores exigentes que aún existen.