Ir al contenido principal

UN IMBÉCIL LLAMADO JUAN ROBANDO









Por Jorge Martínez Mejía








Resultados de la consulta popular en FACEBOOk sobre los apodos de Juan Orlando Hernández.
Estos son los apodos del dictador militar disfrazado de ciudadano que ha usurpado la democracia en Honduras autoproclamándose presidente:
Juan Orlando Hernández ciudadano imbécil
Pendejoh
Juan Johlote
Juan Orlando Hernández el abogado farsante:
Juancito el bandido
Juan guayaba
Juan mostaza
Juan Orlando Hernández el político corrupto:
Juan saqueo
Juan Robando
Juan Orlando Hernández el político demagogo:
Juan Repollo
Juan tortilla
Juan pupusa
Juan fogón
Juan Orlando Hernández el narcotraficante:
Juan Narco
Juan perica
Juan Perico
Juan de a gramo
Narco-Rata
CC-4
Juan Orlando Hernández visto por sus secuaces:
El hombre
Juan Orlando Hernández visto por los lumpen pequeños burgueses, hijos de clase media alta
Cachetes de nalga
Cara de uña
El lenguaje pone sobre la mesa lo que pensamos, lo hace real mediante los símbolos que hemos creado para representar ideas, sentimientos y emociones. La constante relación con nuestro entorno nos habilita para representarlo en nuestras palabras, en la elección que hacemos de ellas para configurar una presencia física, histórica, palpable. Juan Orlando Hernández no es lo que él quiere ser, es lo que nosotros hemos decidido que sea. A eso se le puede dar infinidad de nombres. Aquí lo vamos a llamar identificación del sátrapa.
Para la identificación del sátrapa actual, nuestro pueblo ha recurrido tanto a la memoria de su sufrimiento como a los recursos de su memoria. Ha conversado milllones de veces sobre este personaje reconocido oficialmente como Juan Orlando Hernánez. En una primera instancia, en su desempeño como político presidente del Congreso Nacional, el pueblo hondureño lo identificó como un ladrón y lo llamó Juan Robando Hernández.
Usó inteligentemente el segundo nombre del sujeto y volteó su significación. Lo identificó como un proceso. La palabra “robando”, según la Real Academia de la Lengua española, tiene los siguientes significados: 
a) quitar o tomar para sí lo ajeno usando la fuerza.
b) por extensión, tomar para sí lo ajeno por medio del engaño o la astucia.
c) raptar.
d) retener a una persona contra su voluntad para exigir un rescate.
e) quitarle algo a una cosa.
f) llevarse el agua de un río, o las olas del mar, las tierras o arenas de un borde fluvial o de una playa.
g) capturar los sentimientos o atraer la atención de alguien.
h) en diversos juegos, tomar una ficha o carta de una pila o montón.
“Robando” no solo es un epíteto, un calificativo, sino la definición de un proceso que implica erosión, desgaste, despojo por la fuerza. 
Con todo, y más allá de las posibilidades que la retórica del lenguaje como recurso mediador entre la realidad y nosotros, el lenguaje nace en nuestra experiencia, dice nuestras emociones, nuestras ideas, nuestra necesidad de representación. 
A diferencia del nombre, el apodo es un bautizo social. La institución del Estado, el Registro Nacional de las Personas (RNP) dota de ciudadanía a la población. El apodo es la ciudadanía ejerciendo, mediante la cultura, su derecho al juicio desde su sentido común. 
Son dos caminos los de la identificación, el oficial y el de la cultura popular. La individualización oficial, al menos en América Latina, representa la colonialidad, el rojo vivo del hierro español. La identificaciópn de la cultura popular representa el amor y el odio de la comunidad. Al patronímico del patriarcado, la cultura popular opone su astucia creativa y construye un petate de colores con los que identifica emocionalmente a los individuos dentro de sus margenes. 
Estos son los únicos dos campos de los nombres de un ciudadano. Juan Orlando Hernández es el nombre oficial y Juan “Robando” es el nombre conque el pueblo lo ha calificado para guardar en su memoria que se trata de un ladrón.
La RAE define la antroponimia como el estudio del origen y significación de los nombres de las personas. El estudio de los apodos forma parte de la antroponimia, que es la disciplina de la onomástica que relaciona y estudia los nombres de las personas, en el ámbito del tratamiento social. Se trata de una nominación con el mismo valor del nombre oficial, como el apellido de origen patronímico.
Este ejercicio de observar los apodos de Juan “Robando” costituye parte de la biografía de un sujeto calificado por la ciudadanía hondureña. No se trata de poca cosa. El equivalente semántico de cada una de las denominaciones para este sujeto ha sido asignado para representar el conjunto de asociaciones con que la población lo identifica, independientemente de su valor lingüístico, creativo, o la perspicacia popular.
Apodar es similar a cortar del amplio espectro de significaiones dejando en limpio las significaciones netas. Todos los apodos de Juan “Robando” representan la voz popular con las que se identifica al sátrapa.
Quiero, por decisión propia, quedarme con los apodos que el ciudadano hondureño ha nominado a Juan Orlando Hernández:
Juan Orlando Hernández el político corrupto:
Juan saqueo
Juan Robando

Comentarios

Entradas populares de este blog

ODA AL PAISANO INEVITABLE: A propósito de la vanguardia en Nicaragua

Rubén Darío Por Jorge Martínez Mejía José Coronel Urtecho escribió en 1927, a los 21 años, el poema Oda a Rubén Darío. Se trata de una de las piezas literarias que marcan el inicio de la literatura de vanguardia en Centroamérica. Una oda es un poema homenaje, escrito para glorificar o enaltecer una figura. La Oda a Rubén Darío es, más que una lisonja o una exaltación del renovador de la poesía hispanoamericana, una carta de despedida, el recuento de la tensión que provoca una figura idealizada que no soporta el examen a la luz de la verdad del hombre existencial del siglo XX. Se trata de una pieza en tres partes, con un carácter más elegíaco que apologético. En la primera parte se puede leer un epígrafe de Rubén Darío que dice:                                     ¿Ella? No la a...

LA SED DE BALAM, UN ANÁLISIS CRÍTICO DE "EL ÁRBOL DE LOS PAÑUELOS" DE JULIO ESCOTO

Jaguar Por Jorge Martínez Mejía Críticos de literatura, estudiosos de las letras hondureñas y estudiantes, han analizado la obra de Julio Escoto, particularmente su novela El árbol de los pañuelos (1972). Se han producido ensayos y tesis de maestría y doctorado, abordando distintos aspectos de la obra. Sin embargo, la relación tensa entre el protagonista y las figuras de autoridad no han sido analizadas desde la perspectiva de la sociocrítica.  Quien más se aproxima para hacer este abordaje es Héctor Miguel Leyva, indicando que “en ella ( El árbol de los pañuelos ) encuentran en la Historia a los héroes no oficiales y plantean de una forma alegórica los problemas ideológicos y prácticos de los guerrilleros del presente. En estas novelas los guerrilleros siguen siendo los protagonistas de la acción. Pero en la novelística centroamericana, como se adelantaba antes, también aparecieron los guerrilleros como personajes secundarios”, Leyva (2002). Se refiere...

Todo se desmorona, de Chinua Achebe, un análisis de la obra

Por Jorge Martínez Mejía La emoción de leer  Todo se desmorona (1958) , la célebre novela del escritor nigeriano Chinua Achebe, consiste en el desenmascaramiento de un mundo que se nos ha simbolizado como salvaje.  Todo se desmorona  vendría a ser como  Cien años de soledad , la irrupción violenta de América Latina en el mundo occidental. Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, es la primera piedra de la decolonialidad latinoamericana, y quizás  Todo se desmorona  tenga la misma significación para el mundo africano.  Todo se desmorona  es una lectura imprescindible porque nos edifica desde la esencia misma de África. Se trata de una apasionada incursión en el alma africana desde una de las anécdotas del pueblo igbo. Chinua Achebe echa mano de la oralidad del pueblo igbo y, de manera magistral, hilvana refranes, relatos, canciones de cuna, recuerdos, estados emocionales, sueños y horizontes perdidos.  Sólo por en...