....
©Por Jorge Martínez Mejía
Entonces salís del maravilloso antro de la marihuana
recordando la plática con el pecesito negro.
Das la vuelta a la esquina, avanzás uno, dos pasos,
y la imagen del power moliendo la mota detrás
del búnker se te echa encima:
-Venís lanzado, cabrón. Los peces gordos se comen
a los peces chicos, este pecesito negro que te habla sos vos.
Y mirá al cabeza roja, nadando en las calles achicharradas
de San Pedro Sula.
De pronto recordás que vas loco, perdido,
la última noche de agosto.
Detrás de vos, el tipo inmenso de camisa naranja te sigue
imperturbable.
Abajo, al fondo de la calle o la pecera, dos cipotes balancean
sendos garrotes, al pase de aplastar ratones.
En la acera de al lado, detrás del cristal de agua,
la cipota de pelo largo
mueve el trasero tan rico,
que se te hace imposible aceptar
sus nalgas como arma letal
contra tu resistencia.
...
De Poemas para las ratas
Comentarios
Publicar un comentario