El amor no
me absolverá, ni la belleza. Después de destruirlo todo con odioso ahínco, de
cabalgar como un loco, de patear mis escritos palabra por palabra, de saltar
hasta volverme ciego, dormilón, crepúsculo, o el bufón puesto al frente de la
época. No hay apuro en el arte, no hay que morirse ni es necesario ser feliz. A
nadie se le acaba el camino, ni la llanura, ni el dominio. Permanecerá la
colina en que una vez oficiaste el homenaje, siendo niño, animal, demonio,
arquitecto para el lujo. El amor, la condición perfecta en la que fui tentado a
la puerilidad, al optimismo infinito, al delirante alimento y la muerte del
orgullo, todo, todo se ha venido abajo. Ninguna posibilidad tiene el amor, el
sentimiento inocente, el espanto, la soledad. Ninguna posibilidad la
muchedumbre. Para mi canto me preparo, para el navajazo final. El amor no me
absolverá, ni la belleza.
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De Las Causas Perdidas
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