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COMENTARIOS SOBRE LA NOVELA LOS POETAS DEL GRADO CERO









Lo posmoderno en la novela Los poetas del grado cero, de Jorge Martínez Mejía


Por Linda María Concepción Cortés*

Para quienes siguen con rigor la evolución de la literatura hondureña, se les hará muy familiar esta novela de reciente publicación, (2017) y quizá mis comentarios, o quizá no. Pero, en realidad escribo este artículo para aquellos lectores que no están muy actualizados o pendientes de lo que actualmente se está produciendo en lo que a libros se refiere.

Los poetas del grado cero es una novela que surge como la culminación de una serie de eventos comprendidos entre los años 2007 a 2009, cuando en San Pedro Sula, un grupo de escritores se confabula para expresar de múltiples maneras, su sentir y forma de pensar acerca de la situación general de los autores y de la creación literaria en Honduras.

En tal sentido, Jorge Martínez Mejía (fundador del movimiento), Gustavo Campos, Darío Cálix, Mario Gallardo, Karen Valladares y Nelson Ordoñez, se unen con el objetivo de “Matar la poesía”, misión que llevan a cabo a través de la elaboración de manifiestos, panfletos, cuentos y poemas, que publican en Blogs, videos y eventos públicos.

Hay que entender, que este movimiento tiene algunas características muy propias de las maniobras altamente revolucionarias, ya que, en realidad, su labor principal es darle una sacudida a la percepción que tradicionalmente se ha tenido acerca del concepto y modelos de literatura en este país.

Por lo anterior, emergen con una muy fuerte emotividad y un arranque violento, agresivo con el que querían crear literatura; esto como la forma de llamar la atención hacia su propia percepción poética, ya que, más que amor por la literatura o deseo de liberación, los une un cansancio, el hartazgo hacia los discursos locales donde los referentes están gastados, es decir, los mismos nombres de siglo XIX y XX, las mismas obras.

Además, se plantan en contra de la mala literatura, o sea aquello cuyo único mérito es lograr la impresión o un tiraje del libro, pero que no tiene un contenido de calidad, ni la estética que implique retos intelectuales o el deleite de la lectura, historias o poesía acartonadas que aspiran a llegar a algo más que palabras en papel, empero se vuelven más allá de un elemento de contemplación artística, un producto comercial destinado al depósito de los olvidos. No todo lo que se escribe es literatura.

Este movimiento rechaza los premios literarios ya que postulan que son dados por situaciones de amistad u otras afinidades lo que le quita seriedad a los concursos; y además, se revelan en contra de los estudios y críticas que se han hecho, en la opinión que se han enfocado meramente en lo que ya mencioné: discursos gastados y que no han colocado sus ojos en estas primeras dos décadas de siglo XXI.

Todos estos elementos conforman la vitalidad de esta novela, de la cual voy a comentar tres aspectos posmodernos: el uso del pastiche, la hipertextualidad y el metarrelato.

Aclaro que lo posmoderno, es un término que se ha venido manejando entre los teóricos desde finales de la Segunda Guerra Mundial, y no es un movimiento en sí, sino más bien una serie de características que se vienen presentando en la producción artística desde aquella época hasta estos días.

Para comenzar, el argumento es bien sencillo: los protagonistas Yorch, Gustavo Campos, Darío Calix, Nelson Ordóñez y Karen Valladares, planean asesinar la poesía mediante el acto simbólico de quemar una boina en la montaña El Merendón, con la consigna “Muerte a la literatura y su metarrelato de jirafas” ya que “solo matando a la poesía se puede hacer poesía”. (P. 78). Alrededor de esta actividad gira la trama básica en todo el libro: la quema de la boina, es el evento transcendente, cuya preparación y ejecución se desarrollan en la historia como un pastiche puesto que esta figura literaria sirve para llevar las acciones a tal grado de tensión que se vuelve ridículo el asunto. De esta manera, este recurso se utiliza para crear una situación cómica que potencia diversas reacciones en el lector, a quien puede parecerle como mejor le plazca. La extinción de la poesía como propósito se replica cuando Yorch fallece en un incendio que se produce en el apartamento donde vive: “Súper Cero ha muerto. Murió el líder de las boinas chamuscadas, el técnico de la esquina, el escritor de las calles, el peleador, el tronador del sábado, el maldito Yorch.” (P. 121).

La historia se va nutriendo con otras situaciones como la aparición de Anne Pols Godard, estudiante francesa de literatura, quien está escribiendo su tesis sobre escritores latinoamericanos y establece comunicación directa con el grupo y otros escritores nacionales en su proceso de búsqueda de información. Ella, se vuelve la Calíope de la historia, pues es personificada como la observadora literaria, pero también el ideal erótico amoroso de Yorch quien la mira como la musa de la poesía, odiada y amada al mismo tiempo. Ella, como la poesía, está ahí con él y para él pero, inalcanzable, no se deja poseer: “Decí que yo era una mujer bellísima, /más bella que el veneno de la poesía.” (P. 167). Con todo, también es señalada como la causante del incendio en el que muere Yorch: “También me di cuenta del escándalo de la francesa que de un leñazo mató a Yorch, según la autopsia que le practicaron, porque definitivamente no murió quemado, sino por el golpe que tenía en el lado derecho del cráneo.” (P.227).

El libro está armado con una mezcla de textos, entre narraciones cortas que tienen membretados los nombres de los protagonistas, lugares y horas; también incluye poemas, mensajes de redes sociales, parte de la tesis de Anne Pols y notas periodísticas, cuyo orden no es secuencial, es decir, está estructurada como un hipertexto, donde no importa por dónde se comience a leer, no pierde el significado global. El hipertexto, fue definido por Roland Barthes como: “un texto compuesto de bloques de palabras (o de imágenes) electrónicamente unidos mediante múltiples trayectos, cadenas o recorridos, en una textualidad abierta, eternamente inacabada y descrita en términos como enlace, nodo, red, trama y trayecto.” (Landow, 2006). Entonces, el texto puede abordarse por cualquier parte independientemente: se puede empezar a leer por el final, por el medio o el principio.

Por otra parte, el uso del metarrelato: esto es cuando el lenguaje se usa para explicar el mismo lenguaje: “Siguiendo esta línea, la metanarrativa y la metaficción se refieren a historias sobre las historias; cuando un cuento, por ejemplo, hace alusión a su propia formación y escritura, cuando es autoconsciente de tratarse de una narración que cuenta la historia de uno o varios personajes.” (Alcántara Meléndez, 2015). Otro ejemplo: cuando una película se trata acerca de que están filmando una película, eso es metarrelato. Esta novela en cuestión cuenta sobre los poetas que formaron este movimiento, qué y cómo escribieron, cómo actuaron, vivencias personales, cómo fue desintegrándose el grupo, opiniones y reacciones en favor o en contra por parte de otros escritores y del público en general: “Demasiada falsedad en la belleza, demasiada azúcar en el café, demasiada nadería. Eso es el gato muerto. Los Poetas del Grado Cero protestamos contra ese gato muerto sin nombre.” (P. 132), “Y era cierto, ya todos habíamos publicado un libro. Darío Cálix había publicado Poff, y yo ciudad inversa. Mario Gallardo trabajaba en La visión del miope, Gustavo había publicado la antología Entre el Parnaso y La Maison; Magdiel Midence Autorretrato de un payaso adolescente; Jorge ya habia concluido Cadáveres existenciales y publicado El mundo es un puñado de polvo; en fin, cada cual andaba más concentrado en su propio proyecto que en el del grupo.” (P. 239).

Jorge Martínez Mejía en esta novela explaya un estilo narrativo polifónico; es decir, muchos personajes cuentan acerca del mismo tema, les da voz y opinión propia, la mayoría en primera persona. En mi criterio, el estilo de este autor es muy masculino, yo diría que a lo “macho alfa”, ya que es una narrativa plena de vulgarismos y cultismos que, deliciosamente se combinan con los libros, la cerveza, el cigarro, la marihuana y el sexo: “La hora que siguió en la habitación fue una mezcla de Kama Sutra for dummies, soft porn tirando a hard core y sexualidad de borrachera de camionero.” (P. 98), “Su belleza era ostentosa, y su cuerpo no dejaba de palpitarme debajo de la mesa. Alta, monumental, tajantemente buena, para caerle ahí mismo sin mediar palabra. Tenía un refinamiento y una sensualidad cachondísima, como si estuviera sazonada, un guiso jugoso y picoso; una nena a todo dar de buena.” (P.214). Ingredientes que se asocian en la distorsión temporal muy propia de la obra entre ayer, hoy, quién sabe qué fecha, y saltos físicos de San Pedro Sula a Tegucigalpa a Europa.

Hay una mezcla coherente, entre la narrativa y la lírica, ya que se incluyen en el texto, como lo indiqué antes, mensajes de redes sociales, pero también poemas de corte dadaísta y surrealista, por ejemplo: “cero cero cero cero cero…” (P. 127), “se cenan las eses se cenan eses se cenan las eses ce” (P. 129), “Game over Game over Game over…” (P. 220).

Los protagonistas interactúan en un contexto bohemio-intelectual, donde los diálogos y monólogos se enfrascan, la mayoría de veces, en razonamientos sobre literatura: “- Estos hijos de puta pretenden ser poetas, – me dijo como tres semanas antes. – No saben la poesía, no la sienten, son mecánicos de la palabra. Entonces entendí que Yorch se refería a sí mismo…” (P. 103). “Gustavo Campos vincula sus huidobrianismos con una rebeldía que resulta falsa, pues Huidobro fue un burgués de la palabra, un narcisista insoportable, opuesto al espíritu que podría tener un Poeta del Grado Cero.” (P.237).

Sin embargo, a pesar de la intención del movimiento de suprimir lo ya conocido, no puede negarse que están totalmente influenciados por el vanguardismo, especialmente el Dada y Surrealismo de principios del XX. Movimientos surgidos en Europa, cuya principal tendencia era la “ruptura” de los sistemas y del arte que imperaban en aquel momento. Ellos hicieron manifiestos, acuchillaron libros, experimentaron con diversos materiales, entre otras formas de creación, como método de generar reacciones en la sociedad. Los del Grado Cero buscaron hacer lo suyo en lo que bautizaron como “La era postpoética” con su actitud incendiaria, irreverente: quemaron una boina, hicieron manifiestos, implementaron la poesía gráfica y se opusieron a toda forma de arte que estuviera institucionalizada u oficializada: “Ningún poeta del Grado Cero reconoce reglas, ni planes, ni plataforma, ni mañana, ni tarde, ni noche. Los Poetas del Grado Cero aborrecen el mercado literario, las ventas de libros en los colegios y universidades. Ningún poeta del Grado Cero reconoce en la poesía la mejor manera de decir la vida.” (P. 208).

Aunque, ya se sabe que el espíritu de renovación ya sea en las artes, ciencias o lo que sea, siempre se ve confrontado por quienes aman los cánones tradicionales. El artista de la plástica Gabriel Galeano, en su libro Las artes visuales en Honduras y su problemática trayectoria, establece que “El arte contemporáneo en Honduras aparenta ser crítico y transgresor. Sin embargo, es altamente complaciente y cómplice de la legitimización burocrática” (Galeano, 2019, pág. 17) , razón por la cual, según señala, desde los años noventa se comenzaron a gestar cambios en las propuestas de los autores. Por lo que no es de extrañar que Los Poetas del Grado Cero, hayan recibido su buena dosis de críticas negativas y la desaprobación: “–Son estúpidos la mayoría – le dijo -. Creen que escribiendo un par de tonterías van a ser recordados eternamente. Se reúnen solo para emborracharse y hablar de las mismas tonteras cada día.” (P. 193), “- ¿Entonces no quiere hablar con un Poeta del Grado Cero? –Sí, me encantaría, pero para hablar mierda cualquier otro día.” (P. 250).

Jorge Martínez Mejía es escritor de oficio permanente: escribe novela, poesía y ensayo, entre otros. Y quizá, la finalidad de esta novela en particular, más allá de una necesidad artística, es la de plasmar una evidencia tangible para la posteridad acerca de las intenciones de este movimiento. Aun así, no deja de caer en un existencialismo puro, ya que, en mi criterio, el sabor que deja esta lectura no es de satisfacción por saber que hay artistas innovadores, sino que una gran desolación ante un panorama nacional: Honduras es un país de analfabetas de espíritu. Y sobre todo la angustia del escritor que se queja ante la imposibilidad de crear: “¿De dónde vino la poesía, la palabra, la abolladura del lenguaje? Entonces recordé de donde me venían aquellas ganas de ablandarme las vísceras, el olvido, la necesidad de caminar sentado y visitar mis antiguas casas. Había una nostalgia escondida, un recuerdo, una cama, un cuento debajo del piso de madera…” (P. 116). “Y vos vas a intentar llamar su atención porque es a vos que te dice todo, pero no te escucha la maldita. Vos sabés que entre más te ignora, más quiere captar tu atención porque su plan es arruinarte, echarte a perder. […] Entonces te vas a dar cuenta que ella es la poesía, la puta poesía, la maldita poesía que ha hecho verga la vida.” (P. 146). “La belleza solo es un acto suicida. De nada vale rebelarse contra ella o adorarla, descubrirla mítica o prostituida. Ya no habrá poesía. Vendrá la muerte y tendrá tu aliento.” (P. 151).

Puede ser que en este momento, quienes no conocen la obra y ahora tienen una noción acerca de ella a través de este artículo se estén preguntando ¿Eso es literatura? Pues sí. Es. Y en mi opinión, de muy buena calidad. Ya no podemos esperar a que nuestros escritores continúen amparándose en las formas acostumbradas. De hecho, es deber de todo artista experimentar e innovar. Si ahora las novelas se escriben en tuits y blogs, entonces debe de existir también disposición y apertura tanto mental como anímica hacia las nuevas estrategias y recursos de los artistas. Esto no quiere decir que hay que menospreciar a los escritores que tradicional e históricamente figuran en las letras hondureñas; por el contrario, es bueno leer para conocer y comparar, es lo mejor que podemos hacer, para que así nos formemos opiniones mediante la experiencia personal y muy íntima como lectores.


Bibliografía

Alcántara Meléndez, D. (15 de 01 de 2015). elsiglodetorreon.com.mx. Recuperado el 26 de 06 de 2019, de Metarrelato: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/blogs/cine/1878-metarrelato
Cabrero, M. (2006). Elogio de la mentira. Sobre las narrativas verdaderas de Luciano de Samósata. [En línea]. Bahía Blanca: Universidad Nacional del sur. Recuperado el 25 de 06 de 2019, de https://books.google.hn/books?id=HrMYpA_OU14C&pg=PA25&dq=concepto+de+pastiche&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiI6NjZ8YPjAhWn2FkKHY_fDGIQ6AEIJzAA#v=onepage&q=concepto%20de%20pastiche&f=false
https://profeenhistoria.com/dadaismo/. (s.f.). Recuperado el 26 de 06 de 2019, de Historia del arte: https://profeenhistoria.com/dadaismo/
Landow, G. P. (2006). Hipertexto 3.0. Teoría crítica y nuevos medios en la era de la globalización. Barcelona-Buenos Aires-México: Paidós.
Martínez Mejía, J. (2017). Los poetas del grado cero. Tegucigalpa: JK Editores.


Tomado de https://www.latribuna.hnLinda María Concepción Cortés, es catedrática de Humanidades y Arte en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Centro Universitario Regional de Occidente (CUROC).



Los poetas del grado 0: Una novela políticamente incorrecta

Por Jéssika Sanchez



Hace unos días presentamos la novela: Los poetas del Grado 0, del escritor hondureño Jorge Martínez Mejía (1964). Este texto, susurrado por diversas voces que cuenta con un alter ego y donde se narra un asesinato cuyo responsable se encuentra en un grupo de poetas sampedranos que sobreviven en medio del calor, la pobreza, la mediocridad y la muerte. La novela trata de las peripecias, vida y milagros de estos escritores, pero a la vez se convierte en un manifiesto, tal vez el más grande, de esta asociación auto nombrada Grado 0.

El autor narra cómo a este grupo se le ocurre proclamar que la lírica ha muerto en un país al que no le interesa en absoluto el destino que esta pueda tener, ocupado como está, en otros menesteres. Y sin embargo, este gesto en sí mismo, es el que conforma la más grande hazaña de un pueblo vencido sobre cualquier atisbo de belleza. Matar la belleza, matar el arte, matar la poesía, es en parte negarse o negarnos a nosotros mismos, vendarnos los ojos para no dejar resquicio de la historia tanto la individual como la colectiva. Dejar que el tiempo se deslice entre los dedos de manera rotundamente honesta.


Increíblemente incorrectos, los personajes son una suerte de voces intertextuales, cuyo hilo conductor está salpicado de anécdotas, mensajes, vulgarismos, pero también de creaciones poéticas que se enlazan en texto bastante acabado, que sobre todo, a nuestro juicio, da cuenta de los tiempos. Los poetas del Grado 0, confirma las respuestas de las generaciones postmodernas que nos ubicamos perfectamente en la marginalidad. ¿Quiénes somos escribiendo en un país que no nos lee? (Aunque sí lee, según testimonios las frondosas novelas del general Romeo Vásquez Velásquez). No existe ya la vana ilusión iberoamericana de la unión centroamericana, ni de representar a América Latina desde nuestra postura geográfica, mucho menos tener una identidad americana común literaria, artística o la que sea. Somos conscientes de la dispersión que ha provocado la globalización, las redes sociales, los medios. Nuestras aspiraciones son pocas en un tiempo y espacio donde nuestras creaciones serán una especie de “rara avis”, pocos ejemplares, poca distribución, poco de todo.

En fin, esta es la historia de escritores que juegan a ser dioses, en un intento vano. Adoradores de la poesía no como la expresión leve, sutil e inocua de las musas, sino como espíritu transgresor, rebelde, profundamente vivo. La poesía es la creación pura, salvaje e incontrolable, es la madre y la amada, la profundamente odiada. La obra, bien trabajada, con personajes definidos y claros, representa a los poetas y nos atrevemos a decir a toda una nación que se autodestruye en un callejón sin salida. Marginal desde su origen este es el testimonio de aquellos que no lograron una revolución y que aún con plena conciencia de ello, siguen intentándolo desde la invocación a las alegres irreverencias y como, a las palabras.

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