Imagen: Performance de Silvia Palacios, Radical woman
Es como si la historia de sumisiones obreras y populares se agolpara en la memoria como un hecho inquebrantable y, frente al poder, la masa sólo pudiera reconocerse como sujeto de resistencia, de reclamo o conminación, mas nunca como sujeto de decisión, de ejecución o soberanía ejercida.
Álvaro García Linera
Por Jorge Martínez Mejía
La necesidad de multiplicar una nueva soberanía, un nuevo sujeto que supere al ciudadano de la República Liberal, un ciudadano que frene la dispersión de sus palabras y se instale en el sentido propio, en su propio discurso, en su propia novedad de sujeto radical ejerciendo, más allá de las posibilidades liberales y clasistas, una forma distinta de soberanía caracterizada por un empuje que supere la crisis actual del marxismo y se instale en una república que vaya más allá de la supremacía de las castas burguesas coloniales y se integre con las ciudadanías originarias.
El nacimiento de un sujeto soberano (proveniente del discurso liberal) que descascara su colonialidad, que, cansado de ser empujado, decide por primera vez empujar un proyecto propio, a pesar de las rémoras coloniales, recuperando la esencia de los hombres y mujeres olvidadas, caídos durante el choque colonial. Abandonar al sujeto regulado, normado por la colonialidad republicana, por la modernidad política, y comenzar a construirse como un sujeto dueño de su propia normativa, combativa, irregular y contraria a la colonialidad, la modernidad política republicana, sin salirse del marco de la misma república de las oligarquías burguesas. He aquí parte del planteamiento de Álvaro García Linera en Ciudadanía y democracia en Bolivia.
Al interpretar de la manera más crítica a las “democracias de Latinoamérica”, Boaventura de Sousa se pregunta ¿Dónde está el soberano hoy?
El ciudadano, el sujeto soberano, entelequia de la república liberal, es un fragmento social en nuestro tiempo. Necesita recuperar su carácter esencial, su carácter soberano. Pero esta necesidad estratégica se ve confrontada por la acción de un Estado que se supone heredero del discurso liberal, pero que en su práctica desprecia la democracia. Por eso se nos hace tan oportuna la indignación de Boaventura cuando dice: El estado, estado-nación, tiene un tipo de soberanía que es casi una anécdota cruel llamarle soberana…
Siguiendo a Laclau y a Chantal Mouffe, en Hegemonía y Estrategia Socialista, nuestra situación reclama una radicalización ciudadana para la creación de un nuevo sujeto ciudadano, un sujeto que se sepa sujeto y que se construya desde su propio discurso, más allá del soberano republicano y del sujeto clasista del marxismo. Pasar de saberse sujeto a construirse como sujeto necesario para nuestra condición actual. La debilidad de las sociedades democráticas constitucionales y sus avances radica en la falta de interconexión de distintas individualidades, de ciudadanías liberales que se suscriben al pacto liberal burgués olvidando la noción de clase social y la misma noción de ciudadanía.
La creación de una nueva ciudadanía comienza por abandonar las míseras nociones del ciudadano liberal y avanzar hacia el fortalecimiento de una noción ciudadana sostenida en las voluntades colectivas. Por la articulación hegemónica de las cosmovisiones no europeas de ciudadanía y de la confrontación del estado republicano con un nuevo discurso de Estado, el discurso de una noción de Estado de una nueva soberanía ciudadana, la soberanía de las colectividades. Pasar de la interpelación del Estado oligarca a la invención de un nuevo Estado. Pasar de ser masas de sujetos dominados al disenso y a la hegemonía de un sujeto que no solo interpela, sino que inventa y construye una realidad otra, no imaginaria ni utópica.
El ciudadano creado en la cotidianidad de la rebeldía y la lucha es el ciudadano que profundiza y radicaliza su acción política, ejerce cotidianamente su soberanía, sin perder su sentido de clase ni la herencia de las ciudadanías ancestrales originarias.
El nacimiento de los viejos hombres y mujeres olvidadas por la república burguesa después de la colonia solo es posible con la herencia clasista del marxismo, porque en la plaza donde se ejerce la interpelación del Estado burgués nos encontramos también en la dispersión de nuestros orígenes. He ahí como la rebeldía intelectual europea nos permite usos apropiados a nuestras necesidades de construcción de nuevas y radicales ciudadanías.
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