Por Jorge Martínez Mejía
Mencionar el
apellido Becerra en Honduras es referirse a una culta familia dedicada al arte. Rebeca Becerra nació teniendo alrededor tías y tíos escritores y
pintores, todos orientados a interrogar el sentido de la hondureñidad, si no a
cuestionarlo. Una familia comprometida con las transformaciones sociales y
marcada por ese mismo compromiso. No es de extrañar, por tanto, el tono
reflexivo, interrogante que Rebeca utiliza en cada uno de sus libros
publicados: En Sobre las mismas piedras
(2004), nos interroga sobre la deshumanización de la vida; en Las palabras del aire (2006), nos muestra un movimiento pendular entre
la vida y la muerte; en Persuasión de las cosas (2017), nos hace asomarnos por
primera vez a contemplar el mundo desde la extraña presencia de las cosas en su
cotidianidad.
Rebeca Becerra es exigente
en la escogencia de las palabras. Cada uno de sus versos están construidos con
una paciente inteligencia selectiva. Sus cualidades como poeta y los rasgos de
su trabajo literario, confirmados por la crítica especializada de literatura, la
emparentan con los connotados poetas Roberto Sosa y José Luis Quesada.
Camila, es un precioso
relato poético. Un poema que puede leerse como un cuento. Rebeca utiliza en
Camila la estrategia de invitarnos al mundo de Camila, su personaje, con un tono
fraternal en la voz. Es una delicada ofrenda, como un grano de oro colocado en
la palma de nuestras manos o un tibio rayo de sol.
Por esta sensación
mágica Hernán Antonio Bermúdez señala en su prólogo al libro que:
“…Después de sus libros anteriores, donde la poesía asumía a menudo un
carácter sombrío y lóbrego, la autora perfecciona ahora una entonación apegada
a la secuencia de lo que quiere, de tal manera que las palabras salen escuetas,
como chispas de su pluma”.
Como en el
siguiente verso:
“Ella se despereza y sacude el cabello/adornado de estrellas, /sopla con su
boquita de jarro/ a los murciélagos haraganes de los árboles.”
En general, la
obra poética de Rebeca Becerra se sostiene en estructuras oníricas o similares
a los sueños, en los que nos traslada a espacios lúdicos donde las imágenes de
la realidad se deslizan hasta fundirse en la luz nebulosa de la fantasía, de tal
manera que no es posible diferenciar entre una y otra. La convicción de la
autora al presentarnos su mundo, extraído de la realidad concreta de su experiencia,
a veces dolorosa y oscura, hace que nuestra lectura se vea afectada por la
confianza que brinda la evidencia testimonial.
El cuidadoso
registro de su mundo subjetivo y la precisión en la escogencia de sus
materiales, modulan nuestra percepción para ofrecernos un conjunto de imágenes
armoniosas de acuerdo a su intención artística.
Camila está
distribuido en cinco partes: En la primera, Camila, en su espacio cotidiano,
sale a la escuela. En la segunda, Camila habita la ciudad desde la ventana. En
la tercera, El limonero: el amanecer, la luz y el viento anidan en el pelo de Camila.
En la cuarta, El mar no conoce a Camila, la extraña. En la quinta, El espejo
del bisonte, Camila ve en el espejo al bisonte y juntos juegan sobre la
pradera.
En cada una de
estas piezas que componen un conjunto melódico en Camila, se puede apreciar un
acercamiento esotérico de Rebeca al mundo de las cosas cotidianas. Una mirada
mágica, fascinada, que transforma recuerdos, sensaciones y emociones, para
revelarnos el mundo extraño en que habitamos, y que muchas veces dejamos pasar
como si nada. Pero es la magia de su palabra pulida con esmero, la que despierta insondables y maravillosos mundos solamente posibles
a través de la poesía. Camila es un laboratorio de ensueño construido a base de
diligente trabajo con la palabra, el esmero con el que Rebeca Becerra transforma
las cosas habituales de la existencia, en auténtica poesía.
El carácter sustantivo
del trabajo de Rebeca Becerra en las letras hondureñas es el resultado de la
honestidad de su propuesta. Alejada del ejercicio banal de la acrobacia
literaria, Camila es una joya de nuestra literatura, una ventana por donde se
puede ver un mundo antagónico al sombrío lugar que habitamos.
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