.... Por Jorge Martínez Mejía Yo soy el hombre que asesinó a la poesía, y nadie se ría, dijo el viejo Yorch, tirado en las gradas de la vetusta catedral. ¿Y por qué no entra? dijo el hombre de camisa roja. -¿Para qué? ¿Volver a las grietas, a la descascarada mueca del moho, al polvo roto, a las lámparas, a la sombra debajo de mis zapatos, a los muebles dispuestos en orden contra los perros muertos? La poesía apesta.
Escritor, poeta, especialista en literatura infantil y juvenil