ILUSTRACIÓN DE ANDREAS ENGLUND
® Por Jorge Martínez Mejía
Son
espejismo los poemas, no dicen nada, nadie puede descifrarlos; fueron hechos en
silencio, y en silencio han sido olvidados. A estas mismas cosas que digo,
aunque hablara de la vida o de la muerte, nadie les hace caso. Los poemas ya no
caben en los diarios, no venden, sólo quitan espacio. Antes, al menos, servían
para hablar del contorno de un cuerpo, del color de unos ojos, o de la fragilidad de un beso; hoy ni para eso
sirven. Da igual leerlos o quemarlos. ¡Quememos los poemas, prendámosle fuego a
estos garabatos! ¡Olvidemos de una vez que sirvieron para algo, que hubieron
lágrimas, pueblos inventados, calles, naufragios! Incendiemos este silencio. Que
se derrita el rostro de este extraño letargo. Destruyamos este botadero de
palabras, este viaje estéril de escucharnos sin escucharnos.
Gastemos
de una vez el sueño de inventarnos, cualquier estupidez es bella: Amor, me han emputecido
este milagro, las palabras se me han vuelto pasto, un zapatazo en el pecho, un golpe en mi esternón, un
viejo asco; se me ha envejecido el odio y simular no está en mi diccionario.
El artista sueco Andreas Englund los dibuja como seres humanos corrientes, imperfectos, con las debilidades y las adversidades propias del que dedica su existencia a combatir el mal allá donde esté.
Armado de sus pinceles y de un gran sentido del humor, presenta la serie llamada ‘El Héroe Envejece’ donde vemos a un decadente héroe enfrentándose a las tareas cotidianas al tiempo que lucha contra el crimen con las limitaciones típicas de la edad.
Armado de sus pinceles y de un gran sentido del humor, presenta la serie llamada ‘El Héroe Envejece’ donde vemos a un decadente héroe enfrentándose a las tareas cotidianas al tiempo que lucha contra el crimen con las limitaciones típicas de la edad.
Tomado de www.bluemag.es
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