En la fotografía realizada por el escritor y fotógrafo Armando García, Jorge Martínez Mejía y Roberto Sosa
Palabras de poco tiempo
Poco tiempo tengo ya para decidirme, para buscar el sitio
donde ha de quedar mi cuerpo inerte.
Ya he muerto,
saboreando el hambre en las panaderías,
hilvanando fécula por fécula el grano de mi
muerte.
Yo no he imaginado los trigales al morder el pan,
y alguien hizo el milagro de convertir mi pan en
piedra.
¿Cómo decir, entonces, que mi grito es el último rito de mi
muerte
y la última queja de mi vida?
¿Cómo hacerles ver a mis asesinos, que mis manos, tibias o heladas,
serán siempre
canastitas de semillas
que alimentarán a los pájaros en cada amanecer?
Y bien, si he de morir fulminado en cualquier esquina,
más de alguna mosca habrá de posarse en mis labios,
tomar mi canto y llevarlo a los basurales,
en donde, sin duda alguna, mis hermanos no dedicarán minutos
de silencio en mi memoria.
Sus párpados se cerrarán dejando fuera las lágrimas dolidas.
Y todos juntos, y en silencio, le pondrán punto final a este poema
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El poema apareció en el Boletín Literario Analte, de la carrera de Letras en el CURN. De ahí lo tomó Helen Umaña y lo publicó en la Revista Literaria Cronopios, de Diario Tiempo, en 1988.
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