La poesía es muda y ciega, y marcha a tu lado como el pestilente recuerdo de tu muerte. Buenas noches, poesía, descansa en paz.
Entonces los lugares comenzaron a ser nuevos. Un abismo menos mortal y más armónico con la idea de los espacios abiertos a todas las posibilidades de la creación.
La muerte pasaba entre nosotros tan cotidiana, y los buenos poetas seguían cayendo, uno a uno, en el olvido, como si sus batallas no hubieran sido memorables.
Al matarla, estaba muerta. En los agujeros de su calavera sólo había moscas, gusanos rechonchos, pero aún servía para la carroña, para la rapiña y la gasmoñería. Al verla yerta, había que atraparla, encerrarla un par de siglos para que naciera nueva.
Lo que más nos emparenta con la poesía, es la muerte, es decir, el nacimiento.
Participar de su muerte era ser un moribundo burlándose de sí mismo, construyendo el mayor acto poético. Morir al momento de escribir "la poesía ha muerto", era construir una posibilidad a la belleza.
Comentarios
Publicar un comentario